¿Qué significa ser sereno?
La serenidad no es simplemente estar en calma o tener un temperamento apacible. Es mucho más que eso: significa estar despejado de las confusiones, libre de agitaciones físicas o emocionales. La serenidad implica equilibrio, claridad y la capacidad de afrontar las circunstancias de la vida con templanza.
No se trata de vivir sin pasión o sin ideales, ni de oscilar entre la tristeza y la alegría. Ser sereno es una virtud que requiere esfuerzo, paciencia y carácter. Es la base para disfrutar la vida, tomar decisiones acertadas y acompañar a nuestros hijos en su crecimiento.
La serenidad en cada etapa educativa
La serenidad es una herramienta que podemos enseñar y fomentar en todas las etapas del desarrollo de nuestros hijos, desde la primera infancia hasta la adolescencia.
1. Educación Infantil: Construir un entorno seguro
En esta etapa, los niños necesitan sentirse seguros y amados para desarrollar una personalidad serena. Como padres, podemos:
– Mantener rutinas estables: Los niños pequeños encuentran tranquilidad en la previsibilidad. Saber qué esperar les da calma y confianza.
– Modelar serenidad: Si reaccionamos con paciencia ante las rabietas o imprevistos, enseñamos a nuestros hijos a manejar sus propias emociones.
– Fomentar el juego tranquilo: Actividades como leer juntos, dibujar o jugar con materiales sensoriales ayudan a los niños a conectar con la calma.
2. Educación Primaria: Enseñar a gestionar emociones
En esta etapa, los niños empiezan a ser más conscientes de sus emociones y del mundo que los rodea. La serenidad puede ayudarles a enfrentarse a los retos escolares y sociales.
– Hablar de las emociones: Ayúdales a identificar cómo se sienten y qué pueden hacer para encontrar calma, como respirar profundo o contar hasta diez.
– Fomentar la reflexión: Pregúntales cómo se sienten después de actuar impulsivamente o de tomar decisiones con calma. Esto les ayudará a aprender de
sus experiencias.
– Practicar la templanza: Enséñales a disfrutar de las cosas buenas sin excesos y a valorar el esfuerzo en lugar de buscar la gratificación inmediata.
3. Educación Secundaria: Cultivar la madurez.
Los adolescentes enfrentan un periodo de grandes cambios, tanto internos como externos. La serenidad les será clave para afrontar la presión social, académica y emocional.
– Crear espacios de diálogo: Escúchales con atención, sin juzgar. Esto les dará seguridad para compartir sus inquietudes.
– Animar a la reflexión y a encontrar espacios para la oración: Ayúdales a encontrar momentos para pensar en sus valores, sus ideales, sus metas y sus
decisiones. Muéstrales al Amor de los Amores, al amigo que nunca falla.
– Ofrecer un ejemplo sólido: Los adolescentes observan cómo reaccionamos ante los problemas. Nuestra serenidad puede ser un faro para ellos.
La serenidad como una herramienta para la vida
1. Generar momentos de sosiego: En cada etapa, es fundamental reservar espacios de calma, lejos de pantallas y distracciones, para reflexionar y disfrutar de la vida en familia.
2. Fomentar el sentido del humor: Ver el lado positivo y divertido de las cosas ayuda a relativizar las dificultades y a vivir con optimismo.
3. Reforzar la unidad interior: A medida que los niños crecen, la serenidad les ayuda a conocerse mejor, a valorar su historia, a ser auténticos y no llevar una doble vida y a tomar las riendas de sus emociones y decisiones.
4. Contar hasta 10: Este sencillo ejercicio enseña a niños y adolescentes a evitar reacciones impulsivas y a actuar con más calma y reflexión.
El valor de la serenidad en la educación
En un mundo acelerado y lleno de distracciones, enseñar a nuestros hijos a ser serenos es un regalo invaluable. La serenidad les permite tomar decisiones con claridad, enfrentar desafíos con valentía y disfrutar de la vida con plenitud.
Educar en serenidad desde pequeños les ayuda a:
– Sentirse seguros en sus primeras etapas.
– Gestionar sus emociones en la niñez.
– Tomar decisiones maduras en la adolescencia.
La serenidad no es un fin, sino un medio para crecer como personas. Es la luz que guía a nuestros hijos hacia un futuro lleno de esperanza, alegría y sentido. Como padres, serenos y pacientes, podemos ayudarles a encontrar su camino en cada etapa de su vida.
Teresa López Montes