Más de ochenta alumnos y seis padres recibieron el sacramento de la confirmación el pasado 2 de junio en el templo del colegio Juan Pablo II de Alcorcón. Ofició la ceremonia el obispo de la Diócesis, Don Joaquín López de Andújar, en una ceremonia que congregó a casi setecientas personas entre confirmandos, padrinos y familiares.
2 de junio. El curso académico toca a su fin. Apenas faltan veinte días para la llegada de las vacaciones estivales. Son pocas jornadas, pero intensas. Queda rematar la faena y es preciso darle el último repaso a los libros de texto. Nuestros estudiantes de Juan Pablo II de Alcorcón lo saben y se esmeran. De ellos depende que el curso tenga un final feliz.
Sin embargo, para más de ochenta escolares, de entre 6º de Primaria y 2º de Bachillerato, este día presenta otras connotaciones. Connotaciones inolvidables e irrepetibles. Es el día de su confirmación cristiana. Una fecha importante en sus vidas. Quizás de las más importantes para ellos, pero también para sus familias, para el colegio… para todos.
Lo es, desde luego, en lo que respecta a su vida cristiana. Porque el sacramento que están a punto de recibir perfecciona la gracia bautismal y fortalece su fe. Se entiende, por tanto que el estudio, durante esta jornada, pase a un segundo plano. Ya llegará mañana. Lo fundamental es que a partir de hoy el Espíritu Santo tocará con fuerza sus corazones; que a través de este sacramento, les colmará con el don de la sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Muchos dones, demasiados como para soslayar su relevancia.
De todo esto habló el obispo de la diócesis, D. Joaquín López de Andújar en una ceremonia conmovedora que tuvo lugar en el templo del colegio y donde se congregaron en torno a los confirmandos casi setecientas personas entre padrinos y familiares.
A lo largo de la homilía, Don Joaquín recordó a los confirmandos las cuatro llaves que abren la puerta del Señor:
- La oración: porque Dios siempre escucha la plegaria que se hace con fe. Aunque para escucharle a Él será preciso que encontremos silencio en nuestro entorno.
- Sacramentos: porque no podemos vivir sin la Eucaristía, instituida por el Señor el Jueves Santo. Jesús se entrega por amor y la Eucaristía nos une al misterio de la muerte y la resurrección. A través de ella escuchamos la palabra del Señor, la fuerza del Espíritu Santo. Sin olvidar la confesión, ese pedir perdón con humildad, pues Jesús siempre nos perdona y nos da la esperanza de comenzar cada día de nuevo
- Formación cristiana: porque hemos de saber por qué creemos. Otorga capacidad de conocimiento de la persona. La fe llega allí donde la razón. Hay que estudiar, leer el Evangelio. Hemos de saber cómo se pronuncia la Iglesia en torno a cuestiones decisivas.
- Caridad: porque de ella habla el primer mandamiento de la Ley de Dios: amar a Dios y al prójimo. Debemos amar a los pobres, a los que lo pasan mal, a los que se encuentran solos. Pero sin olvidarnos de los más cercanos, incluyendo a aquellos de nuestra propia casa, ya que el mejor servicio que podemos prestarles consiste en darles a conocer a Jesucristo.
Tras señalar estas cuatro puertas, D. Joaquín, explicó a los confirmandos que “la confirmación ha de ayudarnos a ser evangelizadores. Debemos dar en todo momento testimonio de Jesús a los demás.