Alegría, deporte y diversión definen el ambiente vivido en el colegio Juan Pablo II de Alcorcón el pasado 28 de mayo con motivo de la fiesta anual del centro. Los pronósticos de lluvia no frenaron a unas familias que, como en años anteriores, quisieron hacer acto de presencia.
A medida que se aproxima el final de curso, niños y familias saben que han de contar en su agenda con una cita inexcusable. Hablamos, claro está, de la fiesta del colegio Juan Pablo II de Alcorcón. Además de suponer un pequeño alto en el camino hacia los exámenes finales, la fiesta constituye una gran oportunidad para disfrutar con amigos y compañeros de las amplias posibilidades de diversión que nos ofrecen las múltiples actividades que la organización pone a nuestra disposición. Y no solo para alumnos, sino para toda la familia, pues a ella al completo está dirigida esta jornada de ocio.
Sabido es que en una celebración de este tenor la meteorología tiene cierto peso. Resulta inevitable que sea así. Máxime cuando, como era el caso, los pronósticos no ayudaban demasiado. Bastaba con echar una mirada al cielo para intuir que los chubascos que anunciaban los expertos tenían muchos visos de hacerse realidad. La pregunta era ¿cuándo?
Sea como fuere, lo cierto, es que las amenazas de lluvia no impidieron que numerosos jóvenes y niños se sumaran, acompañados de sus padres, a la fiesta desde primera hora de la mañana para celebrar la Eucaristía en el templo del centro. Tras la ceremonia religiosa esperaban los juegos hinchables para los más pequeños y las competiciones multideportivas para todos los demás, incluidos los padres que también tuvieron su papel protagonista en el futbol-sala. Atletismo, voleibol, ping-pong completaban la paleta de deportes.
Digna de mención fue también la labor que, como cada año, realizó el APA del colegio. Además de surtir de refrescos, bocadillos y aperitivos a los asistentes, la asociación de padres ha ido asentando en estos años dos actividades que ya forman parte del decorado de la fiesta. Nos referimos al concurso de tartas y a la paellada.
Del primero cabe decir que la calidad de quienes presentan sus tartas al concurso ha sido tan elevada desde el primer año hace difícil superar el listón. Y sin embargo se consigue. Sabor, textura y creatividad son algunos de los elementos que el jurado tiene en cuenta a la hora de otorgar su veredicto. De su calidad habla la extraordinaria demanda de los comensales. Al igual que en años anteriores, apenas habían transcurridos desde que las tartas presentadas al concurso se pusieron a la venta, cuando el APA anunciaba el final de las existencias.
En cuanto a la paellada, sucede lo mismo que con el concurso de tartas: resulta difícil mejorar su calidad. Ni siquiera cuando, a eso de las tres de la tarde, el cielo pareció abrirse, pues tal fue el chaparrón de agua que cayó. Hay que reconocer que el que más el que menos llegó a pensar que la paella podría resentirse. Pero ni por esas. Como siempre, un sobresaliente, para los artistas.
Afortunadamente, la lluvia llegó cuando todas las competiciones habían finalizado, de manera que el programa pudo cumplirse casi a rajatabla. Vaya desde aquí, por tanto, nuestra enhorabuena a la organización; a todos esos profesores y voluntarios que cada año se dejan el alma para que todos disfrutemos de días como éste.